El Santo del día
8 de mayo
Santo Job
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Oración a Job
Querido Santo, Jog pido tu ayuda y guía en este momento difícil. He perdido la confianza de alguien importante para mí y me siento muy triste y preocupado. Sé que he cometido errores y que he lastimado a esta persona, pero deseo recuperar su confianza y volver a tener una relación sana y amorosa. Por favor, ayúdame a encontrar la manera de reparar el daño que he causado y de demostrar mi arrepentimiento y compromiso de cambiar. Dame la sabiduría y el coraje para enfrentar las consecuencias de mis acciones y para trabajar duro en mi crecimiento personal. Te pido que intercedas por mí ante Dios y que me des la fuerza y la paciencia necesarias para seguir adelante. Ayúdame a tener fe en que puedo restaurar esta relación y a tener la esperanza de un futuro mejor. Te agradezco por escucharme y por estar a mi lado en este momento difícil. Amén.
Ya se disponía a cenar con su mujer, cuando apareció en la puerta de la tienda un mensajero y le dijo que esa misma tarde, luego de matar a sus cuidadores, los Sabeos se habían llevado sus bueyes y sus asnas; antes de que terminara su mensaje, entró otro y le informó a Job, que cayó fuego del cielo, abrasó a las ovejas, a sus pastores y hasta calcinó el pasto; en ese momento llegó uno más y le anunció que los caldeos robaron sus camellos y masacraron a quienes los conducían; para completar el cuadro, irrumpió un cuarto beduino con la triste noticia de que a causa de un terrible viento, el techo de la casa en donde almorzaban sus siete hijos, se derrumbó y ni siquiera los sirvientes se salvaron. Al escuchar todas estas desgracias, Job se levantó de la mesa y transido de dolor, se rasgó las vestiduras, pero de su boca no salió ninguna blasfemia. Por el contrario con humildad se arrodilló y le dio gracias a Dios, diciéndole: “El señor me lo había dado, el Señor me lo ha quitado; sea bendito el nombre del Señor”. Pero su desdicha no terminó ahí, porque poco después le apareció sarna en la piel y despreciado por su mujer, sus amigos y en la miseria, tuvo que irse a vivir en un albañal en las afueras del pueblo y allí rascándose con una teja, rumiaba su desventura en silencio.
Este Job, un acaudalado patriarca que vivía en la región de Hus, en el oriente de Canaán, era un hombre piadoso y temeroso de Dios, pero satán envidioso de su rectitud le pidió permiso a Yahvé para probarlo, pues argüía que era muy fácil ser justo y fiel, nadando en la abundancia y la opulencia, pero, ¿sería el mismo en medio de la calamidad? El Señor lo autorizó con la condición de que no tocara su vida. Como en aquella época la pobreza y la enfermedad se entendían como castigos divinos, nadie se le arrimaba por temor a ser contagiado por el infortunio. Aún así, Job se mantenía aferrado a Dios y aceptaba su estado mansamente porque creía en la justicia divina. Al cabo de algún tiempo, cuatro amigos de Job que vivían en otras comarcas, supieron la noticia y lo visitaron para consolarlo, pero con sendos discursos –Elifaz, Bildad y Sofar– terminaron culpándolo de su situación, pues a juzgar por las circunstancias debía tener muchos pecados encubiertos para que Dios actuara así con él; el cuarto, Elihu –que era el más joven–, por el contrario, afirmaba que lo que le ocurría no se debía a sus faltas cometidas sino a la amorosa probidad del Padre que quería purificarlo aún más.
Entonces, Dios descendió y reprobó a Job por su falta de confianza en la misericordia divina, pues en su impotencia, el patriarca se había quejado ante sus amigos porque se sentía abandonado por el Padre; luego de arrepentirse y pedirle perdón, el Señor le reafirmó su amor, le restituyó la salud, le dobló la cantidad de hijos y su fortuna inicial. Así, cubierto de riquezas y respaldado incondicionalmente por Yahvé, el santo Job murió a los 140 años rodeado de su progenie de cuatro generaciones.
El santo Job, a pesar de sus lamentos al sentirse desvalido, jamás puso en tela de juicio la voluntad de Dios, siempre se plegó a sus designios y los aceptó con humildad y mansedumbre. Por eso hoy, 8 de mayo día de su festividad, pidámosle al santo Job que nos dé la paciencia suficiente para afrontar con entereza todas las pruebas, sin cuestionar al Padre.