El Santo del día
6 de mayo
Santo Domingo Savio
Oración a Santo Domingo Savio
Oh, Santo Domingo Savio, joven lleno de amor y de fe, modelo de pureza y de virtud, haz que nuestros corazones se abran a la gracia de Dios y a la intercesión de la Santísima Virgen María. Enséñanos a amar a Dios con todo nuestro ser, a servir a los demás con humildad y generosidad, y a vivir nuestra vida cristiana con alegría y entusiasmo. Ayúdanos a perseverar en nuestro camino de santidad, a pesar de las dificultades y los obstáculos, y a confiar siempre en la providencia divina. Santo Domingo Savio, rogad por nosotros y por todos los jóvenes del mundo, para que seamos fieles discípulos de Cristo y anunciemos su mensaje de amor y salvación a todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Amén.
Exaltado como nunca, entró precipitadamente en el estudio y le pidió permiso para visitar a su madre y Don Bosco, sorprendido, le inquirió sobre el porqué de su premura, a lo que Domingo Savio respondió que había tenido una visión en la que ella aparecía en proceso de parto y corría peligro. Con la aquiescencia de su superior, el adolescente salió raudo y a pie, cubrió los 30 kilómetros que separaban a Turín del pueblo de Mondonio. Al llegar, la encontró agonizante, se echó en sus brazos, la besó y oró con mucho fervor a la Santísima Virgen, luego le puso un escapulario en el pecho y sin esperar el nacimiento de su hermanito regresó al Oratorio de San Francisco de Sales, exultante de gozo; al darle las gracias a Don Bosco, le contó que su mamá, Brígida Gaiato y su recién nacido, estaban en perfectas condiciones. El hecho, considerado como un milagro, le confirió fama de santo precoz a Domingo Savio y en adelante su progenitora imponía el escapulario a las parturientas que afrontaban dificultades, e invariablemente, salían airosas de sus alumbramientos.
Domingo Savio (nacido el 2 de abril de 1842, en San Giovanni Da Riva, Italia), quiso desde los cinco años, dedicarse por completo a Dios y ante su insistencia fue admitido como monaguillo por el padre Juan de Zucca, en su parroquia de Murialdo y el sacerdote conmovido por la piedad del pequeño, le adelantó su primera comunión; luego a los 12 años, en 1854, se lo llevó a Don Bosco, que quedó prendado de sus dotes religiosas y lo recibió en su Oratorio de San Francisco de Sales de Turín, en donde Domingo se destacó por su devoción a la Virgen María, para la cual constituyó con otros piadosos compañeros la Compañía de María Inmaculada, dedicada a la oración y a orientar a los muchachos díscolos. De la delicada mano de Don Bosco, se propuso convertirse en santo y a más de observar todos los preceptos, se quedaba de rodillas orando hasta siete horas en la capilla.
No obstante, algunos de sus condiscípulos llevados por la veleidad de su juventud, lo hacían objeto de sus burlas, pero Domingo Savio, humilde e impávido, terminaba desarmando sus espíritus. Don Bosco conocedor de su potencial, fue forjando su voluntad, puliendo su ardor espiritual y –paradójicamente–, atendiendo a sus consejos en la instrucción de los jóvenes más desadaptados.
Cuando todo insinuaba que Domingo tomaría los hábitos y se haría sacerdote, una pulmonía (consecuencia ,de las heladas noches en las que solo se cobijaba con una sábana como penitencia para agradar a Dios), truncó sus aspiraciones y con dolor en el alma y lágrimas en sus ojos, Don Bosco tuvo que enviarlo a casa de sus padres, esperanzado en que se recuperaría pronto con los cuidados maternales, pero fue en vano, porque su salud menguó rápidamente y el 9 de marzo de 1857, tres semanas antes de cumplir los quince años, mientras rezaba el rosario, santo Domingo Savio se sumió en un dulce letargo del que salió momentáneamente con el rostro transfigurado, le dijo a su padre que veía cosas maravillosas y a continuación, expiró. Fue canonizado –como el santo, no mártir, más joven de la historia– por Pío XII, en 1954. Por eso hoy, 6 de mayo día de su festividad, pidámosle a santo Domingo Savio que enseñe a nuestros jóvenes a creer que la santidad no es cuestión de edad.