Historia del manto de la Virgen de Guadalupe.

La historia del manto de Juan Diego, sigue siendo un misterio para la comunidad científica. Ya que es una prenda que después de cuatrocientos ochenta y nueve años, se conserva en perfectas condiciones. Incluso se ha comprobado que el maguey, tela con la cual está elaborado el manto, se descompone fácilmente.

Los elementos más significativos de la imagen son: 

Los ojos

Su mirada refleja ternura y bondad. Los indígenas no consideraban correcto mirar de frente; por eso tiene inclinada la cabeza en señal de reverencia y respeto.

El Rostro

Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además de una gran fortaleza.

Las Manos

Las manos están juntas en actitud de recogimiento y oración. 

La Cinta

El moño negro anuncia su maternidad. Las indígenas embarazadas se ceñían con una banda arriba de la cintura y dejaban libre el vientre.

El manto

Representa el cielo. Tiene 46 estrellas, supuestamente, en la posición que ocupaban en el firmamento el 12 de diciembre de 1531.

La túnica

Es de color rojo y representa la tierra. Las diversas figuras que bañan la túnica, en la que se encuentran nueve arreglos florales, podrían representar los nueve pueblos peregrinos llegados de Aztlán, según un códice de 1576.

La luna

Parece sugerir cierto dominio de la imagen sobre ella. Originalmente era de color plateado, pero, con el paso del tiempo, se ha ennegrecido y se han descarapelado algunos de sus detalles. 

Ángel

Podría representar a Juan Diego. Sus manos unen la tierra y el cielo (manto y túnica).

Cabello

El cabello suelto indica su condición de doncella. Las casadas llevaban el pelo trenzado.

La flor de cuatro pétalos o Nahui Olli

Es el símbolo principal en la imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo. En la imagen presenta a la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se encuentra Nuestro Señor Jesucristo en su vientre.

Todos estos elementos demuestran que la imagen de la Virgen de Guadalupe es un ‘códice’ que les permitió a los indígenas captar a primera vista y entender de inmediato el mensaje que transmitía a través de los elementos contenidos en su imagen.

 Además, a lo largo de la historia a esta imagen le han ocurrido varios acontecimientos que demuestran una vez más lo milagroso de ella. Por ejemplo, a finales del Siglo XVIII mientras se estaba limpiando el vidrio donde se conservaba la imagen, le cayó ácido nítrico a la tela y en lugar de destruirla, se han ido desapareciendo con el tiempo. 

Otro hecho inexplicable fue el atentado de 1921, en el que explotó una bomba en al altar de la morenita, junto al que había un candelabro con un crucifijo, el cual se dobló, pero la imagen de la Virgen quedó intacta.  

Todos estos sucesos y símbolos son Un mensaje lleno de amor y misericordia de parte de Dios y de su Madre, que no destruyó sino encauzó y llevó a plenitud la fe de un pueblo creyente, un mensaje de reconciliación que logró lo humanamente imposible: la conversión instantánea de millones de indígenas y la unión de dos razas, de dos culturas que parecían irreconciliables.

Virgen de Guadalupe

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

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