Para comenzar debemos entender la importancia del número 40 para la Iglesia Católica, puesto que hay muchos periodos que coinciden con esta cifra en la Sagrada Biblia. El primero que aparece es el diluvio, que fue un periodo donde Noé estuvo en el arca mientras la tierra era limpiada de maldad “La familia de Noé y diversos animales y aves entran en el arca — Llega el Diluvio y las aguas cubren toda la tierra — Todos los demás seres vivientes son destruidos” (Génesis 7). Luego se narra sobre Moisés en el monte de Sinaí, una cuaresma hermosa donde estuvo a solas con Dios “Moisés se encontraba en el Monte Sinaí cuando el Señor lo llamó para liberar a los israelitas del cautiverio egipcio” (Éxodo 3). El tercer momento, pertenece a Elías cuando huye al desierto porque lo matarían Él anduvo por el desierto un día de camino, y vino y se sentó bajo un enebro; pidió morirse y dijo: Basta ya, Señor, toma mi vida porque yo no soy mejor que mis padres. Y acostándose bajo el enebro, se durmió; y he aquí, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate, come.” (Reyes 19: 4-5). Finalmente, Jesús estuvo 40 días en el desierto, practicando ayuno y penitencia para vencer las tentaciones del demonio. 

Con todos los eventos que ocurrieron, la Iglesia adapta este tiempo casi siempre entre las mismas fechas, dando inicio siempre un miércoles de Ceniza, esta es una puerta que los cristianos decidimos abrir para recorrer un camino de transformación, donde a través del sacrificio también mostramos nuestras buenas intenciones, pero lo más importante es ese ayuno espiritual que nos permite tomar la decisión de ser mejores personas y servir al prójimo. La importancia de esta cuaresma, no es solo que quede en 40 días, sino en permitir la presencia de Dios sobre nuestro diario vivir, logrando así un cambio que nos ayude a vivir mejor como cristianos.

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