¿Por qué y para qué la Ceniza y la Cuaresma?

Dice Dios a través del profeta Joel en el antiguo testamento: “Todavía están a tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón. con ayunos, con lágrimas y llanto. Enluten su corazón y no sus vestidos”. Cuaresma es un tiempo para volver a Dios, significa 40 un número muy simbólico en la Biblia. 

 

Y el amor verdadero requiere renuncias, se ama en tanto yo renuncio a mi comodidad por darte gusto a ti. Así seremos una misma carne y las renuncias implican sacrificio. Digamos que la cuaresma es una prueba de amor a Dios ¿A que estoy dispuesto a renunciar para mostrarle mi amor al Creador? y más hermoso aún, cuando esa renuncia refleja bondad, generosidad, solidaridad, compasión con el hermano sufriente en cuyo rostro está la imagen de Dios. Es una pedagogía  del amor verdadero. 

 

Y nos tatuamos como muchos que ponen el amor querido en sus brazos, con la cruz. Es el símbolo del amor que se da incluso hasta entregar la vida. Jesús pasó 40 días y 40 noches preparando esta entrega de amor. Y al acercarnos a la Semana Santa, la Iglesia nos propone tener como una cuarentena de retiro y recogimiento interior para sacar lo mejor de nosotros al servicio de los demás, cambiar lo que no está  bien, superar malos comportamientos, examinarnos y asumir retos de mejoramiento. 

 

La ceniza es lo que queda de una hoguera. Hasta el más lujoso edificio quedaría en cenizas si le enciendes fuego. Así el cuerpo más esbelto o inteligente quedará reducido a cenizas cuando su corazón deja de latir  “Memento mori”, que en latín traduce recuerda que vas a morir.  Así cuando un general romano entraba victorioso a las calles del centro del imperio celebrando su grandiosa gesta militar,  un subalterno en el coche le decía en medio de la ovación:  “esto es pasajero, recuerda que vas a morir”,  así se bajaban del delirio de grandeza al entender que somos efímeros y pasajeros.


Igual sucede con el “polvo eres y en polvo te has de convertir.” Es un acto de humildad y desprendimiento para trascender en lo que nunca fallece: el espíritu que se pone a prueba para ejercitarlo durante estos 40 días en medio del ayuno y la abstinencia. Así como un deportista antes de la competencia, nos preparamos para emular la experiencia de Cristo: dar la vida por los que amamos. Y eso requiere renuncia y mucha oración.

Juan-Carlos-G

Por: Juan Carlos Greiffenstein Arango

Director general Tele VID

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