Sobre el dolor de un alma

Decía Heráclito, bajo un seña de sabiduría irrefutable, que no es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre, pero, ¿qué pasa si el hombre no se hace consciente de que esa agua se renueva segundo a segundo?, seguramente este provocará en los otros el sentimiento de quietud, una zozobra que le hace pensar que el agua no corre sino que se estanca en una cristalina pervivencia carente de un antes y un después.

Hablemos pues de lo que nos convoca hoy, el dolor de un alma, el sofoco del asedio provocado por los grandes nefastos que ven sus planes truncados, por la palabra que evoca esa bondad en el ser humano. Esa aflicción tiene nombre, es la persecución, específicamente la que es provocada por lo religioso. Repasemos nuestra historia reciente, según la Lista Mundial de Persecución en su ranking de 2022 nos presenta cifras aterradoras, tales como que 84 millones de personas fueron forzadas a desplazarse en 2021 dentro de sus países o a través de las fronteras. Muchas de ellas cristianas huyendo de la persecución religiosa, esto nos hace pensar si las cosas no son en realidad como lo eran cuando el emperador Nerón les echó la culpa a los cristianos del Incendio de Roma y se quiso lavar sus manos con la sangre de los inocentes.

Los mártires se ven como personas lejanas, vestidas de sotanas, crucificadas o lapidadas por personas burdas que no aceptan al otro en su otredad, en su distinto senti-pensar, pero, ¿acaso no es equiparable una piedra tosca y afilada arrojada por una multitud enceguecida contra el cráneo de un santo como lo fue Esteban, a una bomba en medio de la noche por regímenes talibanes en territorio Afgano apagando las ilusiones de muchas personas, que soñaban con la libertad de expresar su catolicismo y vivir en esta fe? Esta es la vida de muchos misioneros, quienes deciden no huir y batallar con la cruz al hombro una guerra infame, que se libra desde tiempos inmemoriales y que ha pasado de un emperador a otro, de un líder a otro, ¿cuándo, como humanidad, entenderemos que aquel que tengo al lado mío no existe para satisfacer mi sentimiento egoísta de megalomanía y delirios de perfección humana?, sino que está ahí para construir sociedad, para evidenciar que, como decía aquel profeta que algunos reconocen como Hijo del Hombre y otros como hombre santo, somos hermanos nacidos de un mismo Padre.

Ana Velazquez - blog

Por: Ana María Velásquez

Realizadora  Tele VID

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