Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De David. Cuando clamo, respóndeme, oh Dios mi justiciero, en la angustia tú me abres salida; tenme piedad, escucha mi oración. Vosotros, hombres, ¿hasta cuándo seréis torpes de corazón, amando vanidad, rebuscando mentira? ¡Sabed que Yahveh mima a su amigo, Yahveh escucha cuando yo le invoco. Temblad, y no pequéis; hablad con vuestro corazón en el lecho ¡y silencio! Ofreced sacrificios de justicia y confiad en Yahveh. Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?» ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro! Yahveh, tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo. En paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo, pues tú solo, Yahveh, me asientas en seguro.