El Papa Francisco oró a Nuestra Señora de la Guarda en Marsella

Desde la Basílica menor de Nuestra Señora de la Guarda, en la ciudad Francesa de Marsella, el Papa Francisco se reunió con el clero diocesano de la ciudad y aprovechó allí para hacer una oración Mariana a la Buena Madre de la Guarda, en francés Bonne Mère.
Después de haber sido recibido por el arzobispo de Marsella el Cardinal Jean-Marc Aveline y el rector de la basílica Menor, el papa Franciso bendijo a los presentes con agua Bendita; bendijo un cirio y lo ofreció a la virgen María bajo la advocación de nuestra Señora de la Guarda.

Una vez terminada la oración el Cardenal Jean. Marc Abeline le extendió el saludo de la comunidad en general y le recordó que todo el pueblo de Marsella ora por él. Al final de la intervención le entregó un regalo, un corazón que simboliza las oraciones que han escrito por el papa Francisco.

Al finalizar esta intervención el Papa Francisco inició la oración que se tenía prevista. Después de la bendición se cantó el salmo 44 y se proclamó la lectura del profeta Sofonías, tomada del capítulo 3 versículos del 14 al 17.
Una vez finalizada la liturgia de la palabra, el Papa Francisco invitó a reflexionar a todo el clero de Marsella motivándolos a servir, salir a las calles y tener misericordia por el pueblo que se acerca a Dios.
Inició su primer discurso reflexivo recordando a grandes personajes que con anterioridad habían visitado estas tierras, Santa Teresa y San Juan Pablo II. Después se situó en las palabras del profeta Sofonías y las relaciona con el pueblo que vive en Marsella. Para el Papa, el profeta nos exhorta a buscar siempre la alegría y la esperanza. Y este mensaje es para Marsella una oportunidad de encontrar en la mirada de María, bajo la advocación de la Guarda, la oportunidad de encontrarse con Dios.
El Papa Francisco alentó al pueblo a que se sintieran ungidos por Dios.

“Son un pueblo que ha encontrado a través de la mirada de María, una oportunidad de estar más cerca del Padre”
Dentro de su reflexión, el Papa también hizo un llamado especial a los sacerdotes, obispos, monjas y hermanos comprometidos con la iglesia. Son ellos los que deben tener siempre la mirada de María para el peregrino que los busca. Los invitó a que ellos sean la Mirada que acaricia al hombre. El clero es quien levanta, llena de ternura.
“Son ustedes los primeros que se tiene que bajar, tener compasión, un buen pastor que no reprocha a la oveja perdida. En otras palabras, tener siempre ternura, compasión y cercanía”
También el Papa Francisco se centró en la presencia de María y les recordó al Clero de Marsella, que se consagren a ella y sigan sus palabras “Hagan lo que él les diga”. Es María la que los debe guiar. Todo el clero está llamado a entregar la mirada de Dios para ser instrumentos de misericordia e intercesión.
Invitó a los sacerdotes a abrir las puertas de las iglesias, pero sobre todo del corazón. “Quien se acerque, que no encuentre distancia, sino un puerto seguro en nuestras miradas que acaricia, y que son miradas paterna y materna de Dios”
También pidió a los sacerdotes que en la confesión perdonen siempre. Que sean generosos como Dios lo es con ellos. Dar el perdón con generosidad porque al final es el perdón que libera de miedos y rencores. “Es hermoso liberar las almas con los sacramentos” Y recalcó de nuevo que el clero sea siempre cercano, compasivo y tierno.
Al final del discurso recordó las tres imágenes de María que hay en el templo y les recordó que esas imágenes son ejemplos de miradas especiales de María hacia el pueblo y hacia Dios. Las tres miradas de María son de Misericordia. Intercesión y evangelización.
Terminó el papa Francisco con su célebre petición Oren por mi.