El Santo del día
6 de marzo
Santa Rosa de Viterbo

La aguda voz infantil que llamaba a la oración, a la penitencia y a resistir los embates del ejército del emperador Federico II, (que se había tomado a Viterbo, ciudad perteneciente a los Estados pontificios), retumbaba con potencia en toda la plaza, pero la mayoría de los asistentes no podían ver de dónde provenía y a quién pertenecía esa vocecilla tonante; de pronto –según la tradición popular– la piedra sobre la que estaba parada Rosa de Viterbo se elevó con ella, para que todos pudieran verla y estuvo suspendida en el aire mientras terminaba su prédica, entonces la gente se prosternó atónita y arrepentida ante esta maravillosa visión; luego la roca con la pequeña santa a cuestas, fue descendiendo suavemente hasta dejarla en el suelo.
Cuando ocurrió esto, Santa Rosa de Viterbo, (nacida en 1234) ya había estado a punto de morir de una fiebre maligna, pero en esa ocasión se le apareció la Virgen, la curó y le pidió que ingresara al convento de las Clarisas y aunque no fue aceptada por pequeña, le permitieron usar el hábito de san Francisco; entonces continuó predicando y a los 10 años, con su palabra encendida era la enemiga más peligrosa del emperador, de su régimen despótico y de la laxitud moral de los habitantes de Viterbo.
Como las autoridades la consideraban el enemigo público número uno, la desterraron con su familia y al salir Rosa de Viterbo predijo la muerte de Federico II, que ocurrió pocos meses después mientras ella evangelizaba y obtenía muchas conversiones en el pueblo de Soriano, en el que estaba refugiada con sus padres. De regreso a Viterbo, fue recibida por sus conciudadanos, como lo que era, una verdadera santa y solicitó de nuevo su ingreso al convento de las Clarisas, pero no la aceptaron porque, según la superiora, Dios no la necesitaba en el claustro, sino ganando almas en la calle. Y tenía razón, pues en poco tiempo, Viterbo se convirtió en una de las ciudades más piadosas de Italia.
El 6 de marzo de 1252, cuando estaba a punto de cumplir 18 años, minada físicamente por las duras condiciones en que vivía, murió en medio de la admiración y veneración de los viterbesi (ese es su gentilicio). En ese momento las campanas de los templos sonaron espontáneamente y la ciudad estuvo impregnada de un exquisito perfume por varias horas; su cuerpo fue colocado –sin féretro, según sus instrucciones–, bajo el altar mayor de la iglesia de Santa María de Poggio. Meses después, cuando el papa Alejandro IV la hizo exhumar para trasladarla a la iglesia de las Clarisas, su cuerpo estaba incorrupto y 700 años después sigue así, pues se salvó inexplicablemente del voraz incendio que redujo a cenizas ese santuario en 1357.
Aunque santa Rosa de Viterbo nunca fue canonizada oficialmente, el papa Calixto III, la incluyó en el Libro de los Santos, lo que de hecho le aseguró su lugar en los altares. Aprovechemos entonces hoy, 6 de marzo, que es el día de su festividad, para levantar con valentía nuestra voz contra la injusticia, como lo hizo, santa Rosa de Viterbo.