El Santo del día
6 de julio
Santa María Goretti

Oración a Santa María Goretti
Santa María Goretti, valiente y pura, te acerco hoy mi humilde oración segura. Modelo de virtud y de castidad, enséñame a vivir en santidad. Tu vida fue ejemplo de amor y pureza, afrontaste la prueba con gran firmeza. Ante el mal, supiste elegir el bien, prefiriendo la muerte antes que el desdén. Santa María Goretti, niña mártir, intercede por nosotros, sin cesar implorar. Ayúdanos a vivir con integridad, a rechazar el mal y abrazar la verdad. Protégenos de todo acto impuro, y danos fortaleza para enfrentar el futuro. Con tu intercesión, Madre bondadosa, alcánzanos la gracia de una vida virtuosa. Santa María Goretti, llena de pureza, escucha nuestra súplica, danos tu fortaleza. Ruega por nosotros, ante Dios, tu Señor, para que vivamos siempre en su amor.
Amén.
Esa gélida noche de Navidad de 1929, cuando ya las luces del templo de la población de Corinaldo se habían apagado, el párroco descansaba y el ama de llaves de la casa cural, Assunta Carlini terminaba de asear la cocina y se preparaba para recogerse en su habitación, sintió que tocaban la puerta y pensó en algún aterido vagabundo que buscaba la caridad proverbial del sacerdote y como tenía orden de abrir a quien fuera y mucho más en invierno, entreabrió el portón y en medio de la semipenumbra reconoció el imborrable rostro de Alessandro Serenelli, que acababa de salir de la cárcel después de purgar una condena de 27 años por el asesinato de su hija María Goretti. En un instante revivió toda la agonía que estoicamente soportó su niña ese lejano 5 de julio de 1902 y aturdida permaneció en un denso e interminable silencio que fue roto por la voz vacilante del criminal que le preguntó: “Señora Assunta, ¿me reconoce?”; ella –repuesta de su desconcierto– le respondió con voz segura y firme: “Sí, claro que te recuerdo ¡y muy bien!”; Alessandro, azorado, bajó la cabeza y humildemente le dijo: “¿Me perdona?” y Doña Assunta, tiernamente le replicó: “Si Dios te perdonó y mi hija también lo hizo antes de morir, ¿cómo no he de perdonarte yo?” A continuación lo abrazó, le preparó comida y cama y al otro día –tras confesarse ambos– tomados de la mano, comulgaron juntos.
María Goretti, (nacida el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, Italia) era la segunda hija de un matrimonio de aparceros, que por su precaria situación económica tuvo que mudarse a la insalubre aldea de Ferriere di Conca, en la que a causa de la malaria murió su padre, Luigui; por lo tanto su madre, Assunta, tuvo que salir a trabajar al campo y entonces María –de diez años–, asumió el papel de segunda mamá y además debía atender a un viudo que vivía en otra ala de la casa con su díscolo hijo, Alessandro. La piadosa niña, cuya única distracción era rezar el rosario y su mayor anhelo, hacer la primera comunión, pudo lograrlo, gracias a la ayuda de la esposa del dueño de la hacienda y desde ese momento hizo un voto de castidad personal y le prometió a la Virgen que jamás pecaría.
La incipiente belleza de María Goretti, comenzó a trastornar al brioso vecino de 18 años, que no la perdía de vista y aprovechaba cualquier ocasión para acosarla, pero como ella lo rechazaba con vehemencia, el mozalbete humillado urdió un plan para violarla y la oportunidad se presentó el 5 de julio de 1902, cuando María Goretti aún no había cumplido los doce años. Esa tarde, su madre se encontraba en el campo, y la niña ocupada en sus oficios, no se percató de su presencia. Alessandro Serenelli la arrastró hacia la cocina y como le ofreció resistencia, le propinó 14 puñaladas, la dejó allí tirada y se refugió en su habitación. Al cabo de un rato, llegó doña Assunta y con el padre del chico la llevaron al hospital de la localidad cercana de Nettuno y luego de operarla –a sangre fría, porque no había anestesia– María Goretti pasó la noche en medio de una lenta y penosa agonía y al otro día, el 6 de julio, expiró con el rosario en su mano, luego de confesarse, comulgar, recibir la extrema unción y perdonar a su asesino, quien fue capturado y condenado a 30 años de prisión. Ya arrepentido, al salir de la cárcel, Alessandro Serenelli, ingresó a la Tercera Orden de San Francisco y de la mano de doña Assunta –luego de testificar sobre su pureza en el proceso de beatificación–, asistió a la canonización de santa María Goretti, el 24 de junio de 1950, cuando en la Plaza de San Pedro se reunieron 500 mil personas para presenciar el acto presidido por el papa Pío XII. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a santa María Goretti, que oriente a nuestra juventud hacia la pureza y la castidad.