El Santo del día
20 de febrero
Santa Francisca Javier Cabrini

Cuando a María Francisca Cabrini le dijeron –a sus siete años– que en China, en donde quería evangelizar no había caramelos, ni dulces, prefirió renunciar a las golosinas –que eran su gran pasión– antes que a su vocación. Nacida en 1850, en el seno de una piadosa familia numerosa de Pavía, desde muy pequeña soñaba con ser misionera en el oriente, pero como tenía una salud muy frágil, fue rechazada varias veces por diferentes órdenes religiosas, entonces su hermana mayor, que por ser maestra se había encargado de su educación, la indujo a que abrazara esa misma profesión y siguiendo su consejo se graduó como educadora a los 18 años y empezó a ejercer la docencia en Codogno con tanto acierto, devoción y humildad, que el obispo de la localidad, le propuso que se hiciera cargo del orfanato –para niñas– de la diócesis, al que sacó a flote. Cumplida la misión, el prelado le pidió que fundara un instituto misional femenino y así nació en 1877 la comunidad de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón.
Con siete fieles compañeras que la seguían sin dilación, Francisca Javier Cabrini –este ya era su nombre de religiosa–, se trasladó a un convento franciscano abandonado en las cercanías de Codogno y tras ser nombrada superiora se dio a la tarea de fundar hogares en toda Italia, entre los cuales, una casa y un orfanato en Roma. Como era la época del éxodo masivo de italianos hacia Estados Unidos, en donde vivían en precarias condiciones económicas y espirituales, el arzobispo Carrington, de Nueva York, le pidió que ayudara a los inmigrantes, que por su misma desesperanza, estaban alejados de Dios.
Aunque con ingentes dificultades, Francisca Javier Cabrini logró establecer muchas sedes en Estados Unidos, en las que curaba, alimentaba, evangelizaba y defendía con abnegación a los inmigrantes. A principios del siglo XX –cuando ya era ciudadana estadounidense–, la comunidad tenía cerca de dos mil hermanas. Después de atravesar el Atlántico 24 veces y dejar funcionando 67 orfanatos con escuelas y hospitales, en 8 países (de Europa, Norteamérica, Centro y Suramérica), Francisca Javier Cabrini murió el 22 de diciembre de 1917, en una austera celda de su convento de Chicago. Canonizada en 1946 por Pío XII, santa Francisca Javier Cabrini, (que es la primera santa estadounidense), fue declarada por el mismo papa, como “Patrona de los Inmigrantes”.
Por eso hoy, 20 de febrero, día de su festividad, es el momento propicio, para pedirle a Dios, que por intercesión de santa Francisca Javier Cabrini, todos los desplazados del mundo encuentren un lugar digno para vivir cerca del corazón de Dios.