El Santo del día
11 de noviembre
San Martín de Tours

Oración a San Martín de Tours
Dios amoroso y compasivo, Hoy nos acercamos a Ti en oración para honrar a San Martín de Tours, un siervo fiel de tu amor y un ejemplo de generosidad y caridad. Te agradecemos por su vida dedicada a servir a los necesitados y por su testimonio de fe. San Martín, patrón de los pobres y los necesitados, te pedimos que intercedas por nosotros. Inspíranos a seguir su ejemplo de humildad y compasión, a amar y cuidar a los menos afortunados como él lo hizo. Que su legado de dar sin medida nos motive a extender la mano amiga a quienes más lo necesitan y a ser portadores de tu amor y misericordia en el mundo. Concédenos la gracia de imitar su santidad en nuestras vidas diarias.
Amén.
Aunque el incidente de la capa que partió en dos para compartirla con un aterido mendigo había ocurrido años atrás, Martín de Tours todavía se sentía atormentado por ese patético cuadro y deseaba retirarse para abrazar la vida religiosa, con el fin de ponerse al servicio de los pobres, pero siempre aplazaba la decisión por las veleidades de la vida militar, hasta que ese día en la antesala de la batalla contra los briosos francos (de la cual dependía el futuro del emperador, al que la posteridad conocería como Juliano el apóstata y que acababa de suceder a Constancio II), decidió ponerle punto final a su carrera militar y cuando el nuevo monarca –que para congraciarse con las legiones y asegurar su lealtad, estaba pagando personalmente los sueldos atrasados y entregándole una jugosa bonificación a cada uno– llegó hasta él, entonces Martín de Tours, le dijo: “Hasta hoy, César, he sido soldado tuyo y de hoy en adelante seré soldado de Cristo, por eso te pido que ese dinero lo repartas entre mis compañeros”. El emperador enfurecido lo acusó de cobardía y él, le respondió que para probarle su lealtad y valentía al otro día iría delante de la tropa sin armas ni armadura y penetraría en las filas enemigas. Así lo hizo, causando tal estupor entre los adversarios que retrocedieron temerosos y ese mismo día, pactaron un acuerdo de paz con Juliano y así pudo Martín de Tours, por fin, ingresar a la legión de Cristo.
Martín de Tours (nacido en Panonia, Hungría, en el 316) era hijo de un militar romano que tras retirarse, fijó su residencia en Pavía, en donde el pequeño recibió su educación básica. A los 15 años fue incorporado por su padre a la guardia imperial romana y en su condición de tribuno, permaneció 25 años en el ejército hasta que impelido por su ardiente deseo de entregarse a Cristo, abandonó la vida militar y en Poitiers fue bautizado y acogido por san Hilario, que lo formó en filosofía y teología, mas cuando el santo fue desterrado a Frigia, Martín de Tours viajó a Milán y allí estuvo viviendo algún tiempo como ermitaño en sus cercanías, pero expulsado por el obispo arriano de la ciudad, volvió a Poitiers al mismo tiempo que san Hilario, que lo ordenó sacerdote y le asignó un terreno en Ligugé, en el que Martín de Tours fundó el primer monasterio que existió en Francia y allí, se dedicó a orar, a estudiar las Sagradas Escrituras y a dirigir a los monjes que iban llegando al claustro. Muy pronto su fama de santidad se regó por la región y todos los enfermos que acudían a él, retornaban a sus casas curados y convertidos; por eso al morir Liborio, el obispo de Tours, en el año 370, fue proclamado por el pueblo, pero como no aceptó, un habitante ladinamente le pidió que atendiera a su madre moribunda y al llegar a la ciudad, los habitantes lo llevaron en andas a la catedral y contra su voluntad lo entronizaron como obispo de Tours.
Entonces Martín de Tours aceptó la misión y emprendió una incansable labor apostólica que comenzó con la fundación –junto a su sede episcopal– del convento de Marmoutiers, en el que residía y combinaba su soledad, ayuno, meditación y oración, con el gobierno de su diócesis y del monasterio, un verdadero vivero de abnegados clérigos que aseguraron el futuro de la Iglesia en toda esa región, la misma que hasta la llegada de Martín de Tours, era un desierto espiritual. Los siguientes 27 años de su trabajo pastoral, los dedicó a combatir enérgicamente el paganismo, las herejías, a recorrer la diócesis predicando y en cada pueblo que visitaba, levantaba un templo y dejaba un sacerdote. La efectividad de ese sistema de expansión parroquial se convirtió en el modelo que desde entonces se replicó en todo el mundo y aún está vigente. A pesar de su fuerte constitución de militar, los continuos viajes, ayunos y penitencias, fueron minando físicamente Martín de Tours, pero con todo y ello prosiguió viajando a pie, hasta que la muerte lo sorprendió el 8 de noviembre del año 397, a los 81 años, en la población de Candes, en donde –para variar– san Martín de Tours, realizaba una visita pastoral, pero fue enterrado en Tours, el 11 de noviembre y por eso su conmemoración se celebra en esa fecha.
En poco tiempo ya era el santo más popular de Europa, tanto, que solamente en Francia, 3 mil 667 parroquias y 487 pueblos, llevan su nombre. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Martín de Tours, que nos enseñe a renunciar al mundo, para seguir a Jesús.