El Santo del día
30 de marzo
San Leonardo Murialdo

Cuando ya todo estaba perdido y era inminente el cierre del colegio Artigianelli, de Turín (fundado por el padre Don Juan Cocchi, para impartir educación técnica y profesional a jóvenes pobres, abandonados o huérfanos) el padre Leonardo Murialdo, que lo regentaba desde hacía más de 30 años, recibió la mejor noticia de su vida, un verdadero milagro: el recién fallecido Conde Alejandro Roero de Guarene le había dejado toda su fortuna a la escuela. Al fin pagaría todas las deudas y aseguraría así, el futuro de sus 800 estudiantes –“artesanitos”, los llamaba él–. Con los dos millones de liras recibidas, Leonardo Murialdo pagó las hipotecas, (del establecimiento y su imprenta, de los talleres y sus máquinas de la Quinta Agrícola de Rívoli, en donde formaba a los jóvenes para las labores del campo y del hogar en el que albergaba a obreros y estudiantes, canceló todas las obligaciones vencidas y pudo, además, ampliar y modernizar las instalaciones de todo el conjunto.
Y es que ese fue el lecho de espinas del padre Leonardo Murialdo (nacido en Turín, el 26 de octubre de 1828, en el seno de una familia de ricos banqueros) quien de joven acudía a los suburbios de la ciudad para compartir y orientar a los delincuentes juveniles, a los abandonados y a los huérfanos, cuyas opciones de vida eran nulas. Convencido de su vocación por el servicio, Leonardo Murialdo ingresó al seminario y fue ordenado sacerdote en 1851. Al retornar a Turín, se dedicó a catequizar a esos muchachos desamparados, hasta que el anciano padre Cocchi no pudo más y lo llamó para dirigir el Colegio Artigianelli. Ahí comenzó el calvario del padre Murialdo, porque solo su fe inexpugnable lo mantuvo en pie, pues en esa andadura de más de treinta años al frente de la obra, siempre estuvo al borde del cierre por la falta de recursos; pero sin quejarse y, a base de oración y ayuno, sostuvo milagrosamente todo el andamiaje. Y le alcanzó para fundar el 19 de marzo de 1873, la Congregación de San José, concebida para “educar moral, cultural y técnicamente a los jóvenes pobres, abandonados y necesitados de corrección”.
Sin embargo la, preocupación principal de Leonardo Murialdo era la deshumanización del trabajo, pues los obreros vivían en la miseria, y a sus expensas, los patrones se regodeaban en la opulencia. Por eso se lanzó de lleno en su defensa y creó un movimiento nacional que propendía por salarios más justos; reducción –a ocho horas– de la jornada de trabajo; que la edad laboral fuera contada a partir de los 16 años; que el descanso dominical fuera obligatorio; eliminación del trabajo nocturno ordinario y cajas de pensiones para ancianos e inválidos. Con el fin de defender sus ideas, Leonardo Murialdo fundó en 1883 el periódico La Voz del Obrero, el primero de su género en el mundo (hoy se llama La Voz del Pueblo) y para inaugurarlo, escribió: “Está maldito el trabajo que produce la riqueza creando la miseria y que entrega el alma a la máquina y se la arrebata al hombre”.
A pesar de que recibió muchas, las amenazas no lo arredraron, pero una pulmonía fulminante sí acabó con su vida el 30 de marzo del año 1900. Fue canonizado por Pablo VI, el 3 de mayo de 1970. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Leonardo Murialdo, que nos dé valor para defender a los oprimidos del mundo.