Vivan y obren según la acción del Espíritu Santo
Están en las fronteras de Pentecostés y, esto, por la gracia de Dios, debe animarlos a tomar conciencia y a vivir con dignidad los dones y el Carisma recibidos de sus manos, por la acción del Espíritu Santo, el querer del Padre y el amor misericordioso del Señor Jesús, el Hijo del Altísimo.
No dejen pasar este nuevo don de Dios. Dejen la ceguera espiritual, que no los deja ver la Luz. Abran los ojos. La Luz está ante ellos. Lo único que les hace falta es abrir los ojos y ver, movidos por la acción del Espíritu Santo; pero dejándose guiar como lo hacen los ciegos.
Están viviendo un momento histórico que es de excepción.
Si ustedes, hijos de la Luz, bajan la cabeza y doblan sus rodillas con humildad y con prudencia, ante Dios, que está presente, verán la gloria de Dios, descubriendo la verdad.
Abran los ojos y vean. Vean dentro y fuera de ustedes. Dios quiere guiarlos amorosa y sabiamente, como lo hace el lazarillo con el ciego.
¡Déjense guiar!
Si lo hacen verán la gloria de Dios y podrán caminar sin tropiezos. Así podrán, por eso, rectificar lo torcido y corregir y enmendar sus malos hechos o sus malas obras.
No dejen pasar el fuego de Pentecostés, sin dejarse ganar por el amor y la misericordia. Empiecen ya. Cambien ya. Vivan y obren ya, movidos por la acción del Espíritu Santo.
Piensen, mediten, reflexionen.
«El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios» (Rom. 8, 16)