¿Qué es la Divina Misericordia?
Es todo acto de compasión, basada en la confianza, el perdón y el amor a Dios. La Misericordia nos inspira y reconforta en la voluntad de Dios. Jesús es el amor mismo y la misma misericordia. Quienes honren a Jesús, brillarán con resplandor y serán protegidos a la hora de la muerte, donde Él los esperará como su salvador.
La caridad y la misericordia son dos virtudes por excelencia que guían al hombre por el camino de la piedad y el buen ejemplo. Jesús nos dijo que toda alma que cree y tiene confianza en su Misericordia, la obtendrá.
El primer domingo después de pascua, es el momento ideal para reflexionar y entrégale tus sufrimientos a Jesús, Él es la reconciliación y el perdón.

¿Por qué se celebra el día de la Divina Misericordia?
El día de la Divina Misericordia es celebrado el primer domingo después de Pascua y fue una revelación que Jesús le hizo a Sor Faustina, una Santa polaca actualmente conocida como apóstol de la Divina Misericordia. Ella fue una mujer entregada a la vida religiosa desde los 7 años de edad y su propósito siempre fue ser una servidora conforme a la voluntad de Dios.
A lo largo de su vida, Jesús le revela importantes mensajes que ella escribe por petición de Él en un diario, registrando durante los últimos 4 años de su vida estos encuentros divinos, donde va contando sus enseñanzas espirituales y la misión que Jesús le ha entregado: “Te envío – dijo – a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón Misericordioso (Diario, 1588). Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura (Diario, 1605), … para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia” (Diario, 1567).
El 18 de abril de 1993 Sor Faustina es beatificada por el Papa Juan Pablo ll en Roma, el primer domingo después de Pascua. 7 años más tarde, en el año 2000 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó un decreto que establece, por indicación del Pontífice Juan Pablo ll, la fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar cada año el primer domingo después de Pascua. En esa celebración Sor Faustina fue canonizada por el Papa Juan Pablo ll en Roma.
La imagen de Jesús Misericordioso
La imagen de la Divina Misericordia que hoy conocemos, tiene una gran historia y significado. De acuerdo al Diario escrito por Sor Faustina esto fue lo que sucedió en el encuentro con el Señor, donde Él le hace la petición de materializar el esbozo de su imagen con la firma “Jesús, en Ti confío. Esta revelación sucedió el 22 de febrero de 1931 en su celda del convento de Plock.
“Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido. En silencio, atentamente miraba al Señor, mi alma estaba llena de temor, pero también de una gran alegría. Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma; Jesús, en Ti confío. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero.
Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria.
Cuando le dije al confesor, recibí como respuesta que eso se refería a mi alma. Me dijo: Pinta la imagen de Dios en tu alma. Cuando salí del confesionario, oí nuevamente estas palabras: Mi imagen está en tu alma. Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia.
Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia que tengo a las almas pecadores. Que el pecador no tenga miedo de acercarse a Mi. Me queman las llamas de la misericordia, deseo derramarlas sobre las almas humanas”.
Desde el año 2000 la iglesia católica celebra la fiesta de la Divina Misericordia, tal y como Jesús a través de Santa Faustina expresó que debía realizarse. Esta fiesta es un verdadero encuentro con Jesús. Quién más sino Él, para entregarle nuestros sufrimientos, refugiándonos en su amor y su salvación.
¿Cómo se reza la Coronilla de la Divina Misericordia?
Esta oración se realiza a las 3:00 P.M. con el propósito de conmemorar la vida eterna del Señor Jesucristo, la cual fue entregada en la cruz como muestra de su amor y ternura, para que su bondad permanezca siempre en el corazón de todos sus fieles y los libere de sus pecados. El orden para hacer la oración es la siguiente.
- La señal de la Cruz: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Oración al principio (opcional): Expiraste, Jesús, pero la fuente de vida brotó para las almas y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. Oh fuente de vida, insondable Misericordia Divina, abarca al mundo entero y derrámate sobre nosotros (Diario, 1319).
Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón de Jesús, como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío (Diario, 84). Primero se reza una vez el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo de los Apóstoles.
- Padre Nuestro: Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre; venga a nosotros Tu reino; hágase Tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
- Ave María: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
- Credo de los Apóstoles: Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
- En las cuentas grandes del Padre Nuestro antes de cada decena: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero (476).
- En las 10 cuentas pequeñas de cada decena: Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
- Repita el “Padre Eterno” y “Por Su dolorosa Pasión”: (Números 6 y 7) Rece cuatro decenas más.
- Después de cinco decenas, la doxología final (tres veces): Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero. 10.Oración final (opcional): Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Mismos (950).
La Esencia de la Devoción
- Debemos confiar en la Misericordia del Señor.
Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi misericordia. Que se acerquen a ese mar de misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.
- La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias.
“Las gracias de mi misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad”.
- La misericordia define nuestra actitud ante cada persona.
“Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia”.
- La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias.
“Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la misericordia anticiparía mi juicio”.
- El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una obra de misericordia al día.
“Debes saber, hija mía, que mi Corazón es la misericordia misma. De este mar de misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi misericordia. Deseo que esta misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta misericordia mía que tanto deseo para las almas”.
Promesas de Jesús a los devotos de la Divina Misericordia
Estas fueron las promesas dictadas por Jesús a Santa Faustina Kowalska, las cuales plasmó en su Diario.
- “Me queman las llamas de la Misericordia, deseo derramarlas sobre las almas, y las almas no quieren creer en mi bondad. Oh, qué dolor me dan cuando no quieren aceptarlas (…) Dile a la humanidad doliente que se abrace a mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz”.
- “La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija con confianza a mi Misericordia”.
- “De todas Mis llagas, como de arroyos, fluye la misericordia para las almas, pero la herida de Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin límites, de esta fuente brotan todas las gracias para las almas”.
- “El alma que confíe en mi Misericordia no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos. El alma más feliz es la que confía en mi Misericordia, pues Yo mismo la cuido”.
- “Proclama que ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión”.
- “Hija Mía, escribe que cuanto más grande es la miseria de un alma tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia e invita a todas las almas a confiar en el inconcebible abismo de Mi misericordia, porque deseo salvarlas a todas. En la cruz, la Fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas, no he excluido a ninguna”.
- “Que los más grandes pecadores pongan su confianza en Mi misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia. Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a Mi misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino que lo justifico en Mi insondable e impenetrable misericordia. Escribe: Antes de venir como juez justo abro de par en par la puerta de Mi misericordia. Quien no quiere pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi justicia…”
- “Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo ya aquí en la tierra la victoria sobre el enemigo y sobretodo a la hora de la muerte, Yo mismo la defenderé como a mi propia gloria… Ofrezco a los hombres el vaso con el que han de venir a recoger las gracias a la fuente de la Misericordia”.
- “A las almas que difunden el culto de mi Misericordia, las protejo a lo largo de su vida como una madre cariñosa protege a su niño todavía lactante. A la hora de su muerte, no seré para ellas su juez sino su Salvador misericordioso. En aquella última hora no hay para el alma más que una sola protección: MI MISERICORDIA”…
- “Yo preservaré a las ciudades y casas en las cuales se encontrase esta imagen”.
- “Yo también protegeré a aquellas personas que veneren esta Imagen y tengan confianza en mi Misericordia”.
Revelaciones de Jesús a Santa Faustina Kowalska

Jesús le confió a Santa Faustina, conocida hoy como la mensajera de la Divina Misericordia, 25 secretos para superar las tribulaciones.
- Nunca confíes en ti misma, sino abandónate completamente a mi voluntad.
La confianza es un arma espiritual. La confianza es parte del escudo de la fe que san Pablo menciona en la Epístola a los Efesios (6,1017): la armadura del cristiano. El abandono a la voluntad de Dios es un acto de confianza; la fe en acción disipa los malos espíritus.
- En la desolación, oscuridad y dudas, acude a Mí y a tu director espiritual, él siempre te escuchará en mi nombre.
En tiempos de guerra espiritual, reza inmediatamente a Jesús. Invoca su Santo Nombre, que es muy temido en el inframundo. Trae las tinieblas a la luz diciéndoselo a tu director espiritual o confesor y sigue sus instrucciones.
- No negocies con cualquier tentación; enciérrate inmediatamente en Mi Corazón.
En el Jardín del Edén, Eva negoció con el diablo y perdió. Tenemos que recurrir al refugio del Sagrado Corazón. Corriendo hacia Cristo, es como le damos la espalda a lo demoníaco.
- A la primera oportunidad, releva la tentación a tu confesor.
Una buena confesión, un buen confesor, y un buen penitente, son una receta perfecta para la victoria sobre la tentación y la opresión demoníaca, ¡esto no falla!
- Pon tu amor propio en el último lugar, de modo que este no contamine tus obras.
El amor propio es natural, pero debe ser ordenado, libre de orgullo. La humildad vence al diablo, que es el orgullo perfecto. Satanás nos tienta al amor propio desordenado, que nos lleva a la piscina del orgullo.
- Ten gran paciencia contigo misma.
La paciencia es un arma secreta que nos ayuda a mantener la paz de nuestra alma, incluso en las grandes tormentas de la vida. La paciencia con uno mismo es parte de la humildad y la confianza. El diablo nos tienta a la impaciencia, a que se vuelva contra nosotros mismos de modo que nos enojemos. Mírate a ti mismo a la vista de Dios. Él es infinitamente paciente.
- No descuides las mortificaciones interiores.
La Escritura enseña que algunos demonios sólo pueden ser expulsados con oración y ayuno. Las mortificaciones interiores son armas de guerra. Pueden ser pequeños sacrificios ofrecidos con gran amor. El poder del sacrificio por amor desaloja al enemigo.
- Siempre justifícate a ti misma las opiniones de tus superiores y de tu confesor.
Cristo habla a santa Faustina que vive en un convento. Pero todos tenemos personas con autoridad sobre nosotros. El diablo tiene como objetivo dividir y conquistar, de manera que la humilde obediencia a la auténtica autoridad es un arma espiritual.
- Rechaza las murmuraciones como a una plaga.
La lengua es una poderosa embarcación que puede hacer mucho daño. Estar murmurando o chismeando, nunca es de Dios. El diablo es un mentiroso que suscita acusaciones falsas y chismes que pueden matar la reputación de una persona. Rechaza las murmuraciones.
- Deja que todos actúen como quieran; pero tú tienes que actuar como yo quiero que lo hagas.
La mente de uno mismo es la clave en la guerra espiritual. El diablo es un entrometido que intenta arrastrar a todo el mundo. Agrada a Dios y deja que las opiniones de los demás vayan por el camino.
- Observa la regla tan fielmente como te sea posible.
Jesús se refiere a la regla de una Orden Religiosa aquí. La mayoría de nosotros hemos hecho algún voto delante de Dios y de la Iglesia y debemos ser fieles a nuestras promesas, es decir votos matrimoniales y promesas bautismales. Satanás tienta a la infidelidad, la anarquía y la desobediencia. La fidelidad es un arma para la victoria.
- Si alguien te causa problemas, piensa en el bien que puedes hacer a la persona que te hizo sufrir.
Ser un vaso de misericordia divina es un arma para el bien y para derrotar el mal. El diablo trabaja sobre el odio, la ira, la venganza y la falta de perdón. Otros nos han hecho daño en algún momento. ¿Qué le devolveremos a cambio? Devolver una bendición rompe maldiciones.
- No derrames tus sentimientos.
Un alma habladora será más fácilmente atacada por el demonio. Derrama tus sentimientos sólo ante el Señor. Recuerda, los espíritus buenos y malos escuchan lo que dices en voz alta. Los sentimientos son efímeros. La verdad es la brújula. El recogimiento interior es una armadura espiritual.
- Guarda silencio cuando seas reprendida.
La mayoría de nosotros hemos sido reprendidos en algún momento. No tenemos ningún control sobre eso, pero sí podemos controlar nuestra respuesta. La necesidad de tener la razón todo el tiempo puede conducirnos a trampas demoníacas. Dios sabe
la verdad. Déjala ir. El silencio es una protección. El diablo puede utilizar la justicia propia para hacernos tropezar también.
- No le pidas opinión a todos, sino sólo a tu confesor; sé tan franca y sencilla como un niño con él.
La simplicidad de la vida puede expulsar a los demonios. La honestidad es un arma para derrotar a Satanás, el mentiroso. Cuando mentimos ponemos un pie en su terreno y él intentará seducirnos aún más.
- No te desanimes por la ingratitud.
A nadie le gusta ser subestimado. Pero cuando nos encontramos con la ingratitud o la insensibilidad, el espíritu de desánimo puede ser una carga para nosotros. Resiste todo desaliento porque eso nunca proviene de Dios. Es una de las tentaciones más eficaces del diablo. Ten gratitud en todas las cosas del día y saldrás ganando.
- No examines con curiosidad los caminos por donde yo te conduzco.
La necesidad de conocer, y la curiosidad por el futuro es una tentación que ha llevado a muchas personas a los cuartos oscuros de los psíquicos, brujas, etc. Elige caminar en la fe. Decídete a confiar en Dios quien te lleva por el camino al Cielo. Resiste siempre al espíritu de curiosidad.
- Cuando el aburrimiento y el desánimo golpean tu corazón, huye de ti misma y escóndete en mi corazón.
Jesús entrega el mismo mensaje una segunda vez. Ahora Él se refiere al aburrimiento. A principios del Diario, dijo a santa Faustina que el diablo tienta más fácilmente a las almas ociosas. Ten cuidado con el aburrimiento, es un espíritu de letargo. Las almas ociosas son presa fácil de los demonios.
- No temas a la lucha; la valentía a menudo intimida a los demonios, y ellos no se atreven a atacarnos.
El miedo es la segunda táctica más común del diablo (el orgullo es el primero). La valentía intimida al diablo, él huirá ante el perseverante coraje que se encuentra en Jesús, la roca. Todas las personas luchan, y Dios es nuestra provisión.
- Siempre lucha con la profunda convicción de que yo estoy contigo.
Jesús instruye a una hermana en un convento para “luchar” con convicción. Ella puede hacerlo porque Cristo la acompaña. Los cristianos estamos llamados a luchar con convicción en contra de todas las tácticas demoníacas. El diablo trata de aterrorizar a las almas, debes resistir al terrorismo demoníaco. Invoca al Espíritu Santo en el transcurso del día.
- No te dejes guiar por el sentimiento, porque no siempre está bajo tu control. Todo el mérito radica en la voluntad.
Todo el mérito radica en la voluntad, porque el amor es un acto de la voluntad. Somos completamente libres en Cristo. Tenemos que hacer una elección, una decisión para bien o para mal. ¿En qué terreno vivimos?
- Siempre depende de tus superiores, incluso en las cosas más pequeñas.
Cristo está instruyendo a una religiosa aquí. Todos tenemos al Señor como nuestro Superior. La Dependencia de Dios es un arma de guerra espiritual, porque no podemos ganar por nuestros propios medios. Proclamar la victoria de Cristo sobre el mal es parte del discipulado. Cristo vino a derrotar a la muerte y el mal, ¡proclámalo!
- No te engañes con perspectivas de paz y consuelo; por el contrario, prepárate para grandes batallas.
Santa Faustina sufrió física y espiritualmente. Ella estaba preparada para grandes batallas por la gracia de Dios que la sostuvo. Cristo nos instruye claramente en las Escrituras para estar preparados para grandes batallas, para ponernos la armadura de Dios y resistir al diablo (Ef. 6,11). Estar atentos y discernir siempre.
- Sepas bien que estás en un gran escenario donde todo el Cielo y la Tierra están mirando.
Estamos todos en un gran escenario donde el Cielo y la Tierra se están viendo. ¿Qué mensaje estamos dando con nuestra forma de vida? ¿Qué clase de tonalidades irradiamos: luz, oscuridad o grises? ¿La forma en que vivimos atrae más luz o más oscuridad? Si el diablo no tiene éxito en llevarnos a la oscuridad, tratará de mantenernos en la categoría de los tibios, que no es agradable a Dios.
- Lucha como un caballero, de modo que Yo pueda recompensarte. No seas excesivamente temerosa, porque no estás sola.
Las palabras del Señor a Santa Faustina pueden convertirse en nuestro lema: ¡Lucha como un caballero! Un Caballero de Cristo sabe bien la causa por la que lucha, la nobleza de su misión, el Rey a quien sirve, y con la bendita certeza de la victoria, que lucha hasta el final, incluso a costa de su vida. Si una joven, una sencilla monja polaca unida a Cristo, puede luchar como un Caballero, todo cristiano puede hacer lo mismo. La confianza es victoriosa.